miércoles, 24 de octubre de 2012

Dos noches en la vida

 
 
Este blog, era sobre música, diseño, placeres y ciudades; en cierto modo, aún lo es, solo que, por esta breve temporada tengo que hacerle justicia a recuerdos y momentos que me han auspiciado las ganas de vivir. Este es  momento de contar las figuritas de tu vida, las nola (no la tengo) y las yala (ya la tengo); de darse cuenta de que en las yala , tengo por partida doble las de mejores noches de mi vida.

Sobre la que escribo que fue cuando cumplí 18, esperó seis años para que después de repasar detalle a detalle, pueda porfin ser narrada. Sobre la otra noche criolla, no escribo, porque son de las que parecen sueño y efectivamente lo son.  Sobre la noche de mis 18 años escribo, porque es una de esas noches que aunque parecen sueño, son de verdad. A veces se te pueden superponer las historias y los afectos, pero cada uno tiene su lugar, uno en la realidad y otro en el sueño. A veces se te van los dos, pero las noches se quedan. Y si a la suerte le gusta como escribo, espero que me regale algunas nochecitas más y que sean contigo. (Me duele la rodilla)




Nunca pude escribir de esa noche… era tan fría, húmeda más bien, húmeda atenta era una noche alerta. Todo era curiosito, y tenía ese olor a hojas mojadas a tierra hecha barro, a un veintiuno de agosto que no se quería acabar, esa noche todos los regalos eran para mí.

-pero no lo sabía-

Con los nervios de punta, el corazón roto, la sensación de vivir el final en el papel secundario, sin risa pero con sonrisa, tirando arroz a los novios de salida a la iglesia,  sin tomas de cuerpo entero por  el camarógrafo, como si de la cintura para arriba llevara vestido, moño y tocado y de la cintura para  abajo trajera zapatillas, medias dispares y las piernas sin depilar; viviendo el papel de extra, de extraña diría yo.  Me voy a ese pueblo sin mar, sin conciertos, de seguro 30 casas, cuatro tiendas, una iglesia, un locutorio y propietario además de un sitio arqueológico del periodo formativo,"… En comparación con Astobamba, Pacopampa es como Miraflores o San Isidro, no te preocupes Muñe…”- me decían por allí. Bueno me voy a refugiar, no era la primera vez que me hacían daño, pero si la primera en que me rompían el corazón y eso hay que desmenuzarlo- no al corazón, claro esta que ya lo traía roto, sino al momento-.

Tenia que empezar con borrachera, de dos noches antes. Nunca me he llevado bien con el acohol-ahora nadie me lo cree-; quise dormir, mantener a resguardo mi trasfondo tétrico, que no me disturben la tristeza dentro de esa casa llena de luz, de estudiantes ,de doctores japoneses, de bachilleres, de jefes de sector, unos que se iban otros que veníamos, los estudiantes que se iban se despedían entre cervezas, risas, contando anécdotas que habían sucedido en el trabajo de campo, se recitaban los nombres de los trabajadores demostrando su ventaja sobre nosotros, ponían chapas, etc. nos miraban con envidia, como si quisieran quedarse, se querían quedar  y yo que quería llegar ya, me decía a  que hora me voy, que día me voy; como si me hubieran prometido que después de eso todo seria mejor, como si para poder dormir tuviera que pasar por un duchazo de agua fría- al agua fría nunca le he tenido miedo-. Dejé mi vaso con cerveza al costado del tronco-banca que estaba en el pasillo y que a cada que te sientas te da una visión diagonal de la pared de enfrente,- el piso tiene un desnivel, vasos con cerveza llevados por dentro te dan desniveles adicionales- lo dejé, me despedí y me fui, eran no sé que hora, - que bonito es este lugar!- ahora entiendo porque no se quieren ir, yo no quisiera irme tampoco, pero ya me fuí. 
Esa noche pusieron insurrección
 

Se fueron todos, ya era domingo mañana lunes empezábamos nosotros, el día se despidió con caras de pena, de esperanza de volver el año entrante, tratos hechos con el director, tesis por concebir y una carta- nota que pregonaba:  ¡Muñe cuídate de todos! de todos!!!  no confíes en nadie, bueno hay alguna excepción el menos malo ó el mal menor y le antecedía un nombre- el nombre de un hombre.

El lunes amaneció frio de helado, ya no tenía 17 años. Me enviaron a trabajar con el mal mayor, según la nota-carta. Ese día también yo era El Nervio, todo era nuevo, todo complicado  y a veces sin  sentido pero quería aprender, y aprendí a comer sopa de choros y arrocito con cuy con cara de satisfacción. El fondo musical del día era el disco Silent Alarm de Bloc Party desde los audífonos y una canción de cumpleaños entonada en vivo por un sin numero de señores casi todos mas bajitos que yo y el doble de fuertes que yo, en fila cada uno dejaba su pico y su pala se acercaba me saludaba con un abrazo, los mas serios con agarrón de mano, los nerviosos con un abrazo que terminaba con golpe de espalda, los osados con un besito de mejilla y en general feliz día de su santo señorita.
 

Aun no recuerdo quien me llamó por teléfono, ni si llegué a contestar, habrá sido la única llamada que recibí, lo que sí recuerdo es que camino al locutorio nos encontramos, él iba y yo volvía, inmediatamente yo iba también- si hay algo que ni los golpes de la vida me van a curar,  es  la impulsividad-, conversamos de lo que conversa la gente que no se conoce y que tiene que hablar de algo. Vamos a cenar a las 7pm. Apúrate!

Era una cosa rara con apariencia de torta de cumpleaños, cuando se cortaron las tajadas parecía que  a cada cuchillada menos personalidad de torta, pero aparecía en mi cara mas sonrisa; luego una maldita exposición acerca del arqueólogo Julio C. Tello, un monólogo interminable al que le acompañaba una que otra acotación del Director Samurai, los dos interlocutores sentados cada uno al lado de la mesa y nosotros alrededor no podíamos disimular el sueño, ni librarnos de la mesa, entretenidos en ver si se caía de dormida la estudiante japonesa que llegó la noche de ayer, por otro lado, contando los cuadraditos del mantel de la mesa de izquierda a derecha me tropecé de ojos con otra estudiante que los contaba de derecha a izquierda, volvimos entonces nuestras  caras de idiotas a la estudiante japonesa para ver si se caía de una buena vez y que alguien se definiera  por adelantar a la parte en la que lamentablemente Tello  muere y dijera como en las misas ese reconfortante: Hermanos levantemos el corazón, - lo tenemos levantado hacia el señor- , queridos hermanos podéis  ir en paz .

Un mal mayor, propuso mas cervezas en la tienda de…..Gutiérrez??  Se me perdió la llave del cuarto. Tocaron la puerta de una casa, yo era la única mujer de ese grupo, creo que íbamos celebrando un cumpleaños, creo que me llevaban por que era el mio y alguna justificación tenia que haber. Los ojos se abrieron a una casa de paredes celestes y altas, piso de tierra, en una esquina muchas cajas de cerveza, un estante con nubes de colores que realmente eran ovillos de lana, una señora con un gorrito de lana detrás del mostrador nos daba las cervezas que estaban en promoción de 3 x 10, mientras intentaba componer una radio que no la compone ni Dios, porque de esa radio se emitía puro ruido  subliminal. Viajando entre la mesa en la que se sentaba el  chofer, el mal mayor, el mal menor y el chico que me molestaba, y el mostrador de madera para conversar con la Sra. me iba absorbiendo la tristeza y la soledad; fuí al baño me acompañó un chancho rosado con complejo de anfitrión de la casa, me percate que llovía como solo puede  llover en la parte de la sierra que mira al oriente, me di cuenta que llovía y callé, total… para que decírselo al cerdo si de todas formas no me va a entender.

 Luego desde el mostrador apoyada y  hablando de que un personaje de la mesa iba a casarse  - "...con la sobrina de mi  cuñado, que este pueblo es mágico que se conocieron en la fiesta, señorita. Cuando se casen, mi cuñado le regalara un toro al joven mal menor". Mientras me enteraba, de los preparativos de boda del mal menor, me animaba y me desanimaba. Me iba desvaneciendo a la cerveza…por fin!!Música ¡!!

-Bueno, nosotros…..
-Se arregló!!
- ya nos vam…-

-Una marinera!! Señora tres mas!!!!!!!!!!!
-Noooooooooooo, mañana hay que trabajar, nosotros nos vamos- sentenció el mal mayor.
-Yo me quedo- dijo desafortunamente el chico que me molestaba, con su cara de ahora si la hago.

-Bueno que se acaben estas tres y me voy no?-dijo el mal menor, pero las tomamos afuera porque la Sra. quiere dormir.-
-……………………………  - dije yo.

Íbamos patinando sin patines, jugaba con el barro,  sentados los tres insistentes frente a las tres cervezas, las tres ultimas, lo prometo! Son mis tres ultimas de no puede terminar así, las que te dan fuerza y te quitan lucidez para añorar lo que nunca, jamás sucedió.-Esta bien escrito Joaquín?--En mi casa hay baño, te acompaño para abrirte la puerta- entramos patinando el mal menor  y yo.

Era mi oportunidad, de que eso no se acabe así, que no termine yo con el chico que me molestaba. "- ayyyyyyy mi pie”, “-Muñe, estas bien?”,”-muñe??”, “-disculpa, así te dicen no?”, “-no… si, así me dicen ahora-”, “-bueno ya está, gracias vamos afuera”,”- ay sí, sí pero un ratito, mi pie me duele, me lo he torcido”… estirando la conversación, para aburrir al otro; para cuando salimos ya se había ido…

Esta parte siempre ha sido la más difícil, la que no se podría describir, ni igualar, ni relatar, ni comprender. Él iba de mi bastón, yo iba de coja,-apóyate aquí- pues me apoyo, vámonos haciendo camino entre tanta neblina porque ya paro de llover -por fuera y por dentro-. Vamos a tocarle la puerta a su cuarto para que termine de tomar con nosotros, no?-. Porque serán los hombres tan huevones - uhmm pero yo toco la puerta-. Toqué sí, pero que despacito que toqué, que no escucharon ni los ratones. "Bueno, nos vamos no, te acompaño a tu cuarto-”, “sí, gracias”.

La neblina se despejaba por si sola, por sí misma, por su propia obra y gracia y gracias muchas gracias neblina, porque él me hablaba de un trabajador nuestro que murió hace poco, que lo enterraron lleno de rituales y cosas  en el cementerio que esta por allá. “Acá hay cementerio? Vamos! Me llevas?” , “ uhmm ya, pero y tu pie?” ,  “- no! Mi pie ya esta mejor”;   dejé de apoyarme sobre su hombro y empecé a caminar junto con la neblina, junto al mal menor con su cara pálida de nosé, no sé que hago, menos sé que es lo que hace ella, con cara de esta loca para ser mas precisa, para cuajar una respuesta mas exacta. Pero vamos hacia el cementerio,- mientras dejaba de llover por fuera y por dentro- bajo una luz que podía ser la luna o algún técnico encargado de la iluminación de estudio en esta parte de la escena. Aparecimos en un cementerio lleno de arboles y sin muros, nunca me había sentido tan segura, nos sentamos en una lápida y nos pusimos a conversar, él hablaba de las estrellas, de las constelaciones y de  arqueología y yo muy atenta me importaban un pepino las huevadas  que me decía- esto nunca lo había dicho- su conversación me acercaba a lo terrible que fue soportar la bibliografía de Tello por él relatada, pero me alejaba de lo terrible que eran los viajes para desmenuzar la tristeza y que yo viajaba en ello. El hombre hablaba y hablaba, a veces creo que yo también decía cosas, que no recuerdo. Yo lo recuerdo a él, su perfil mientras hablaba y esa chompa  guinda, los arbustos verdes moviéndose frescos combinaban con un azul de noche que no se quiere terminar, nos acogieron los muertos y unos objetos no identificados registrados en el cielo. Él hablaba y yo miraba todo alrededor, a    él, al cielo indescriptible porque había dejado de llover por fuera y por dentro. Y como quisiera tener un vestido así como el cielo azul profundo y constante con salpicones de brillo y llevarlo puesto aquí mismo. Te puedo dar un beso?
 
- ah?? Si, si, con cara de no entiendo pero si, con su cara apachurrada por la mía , porque el beso se lo había dado hace medio minuto y él ni cuenta, congelado pensando no sé en que, solo sé que cuando se reincorporó a aquella situación, alguien puso una mano nerviosa y caliente sobre mi mejilla espantando a los mechones del pelo que se interponían en su camino, alguien que correspondía a ese momento a esa noche y que me iba secando por fuera y por dentro, alguien que caminaba agarrado de la mano de una chica se alejaban del cementerio entraban al pueblo mientras que el público de neblina nos abría paso, contemplando podría decir que aplaudiendo, la escena final, una luna infinita contratada para trabajar hasta que amaneciera nos alumbraba, el pueblo vacío con gente por dentro y nosotros por fuera, no hablábamos mirábamos de frente como quien ya ha encontrado algo y se lo lleva sin dar vuelta a lo que queda detrás, alejándonos introducidos ya en la escenografía, a mi me pareció escuchar de fondo muy bajo una canción tenue: y nos dieron las diez y las once, las doce la una las dos y las tres y desnudos al anochecer nos cogió la luna.
 
Por esa noche y por las mariposas de cabecita blanca siempre te voy a agradecer.
Tacna, 26 de junio del 2012.

(Punto Aparte)
 

 

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